LEÓNIDAS ZEGARRA UCEDA: THE ANTICOMMUNIST FILMMAKER, CINEASTA ANTICOMUNISTA EXTRAORDINARIO.

LEÓNIDAS ZEGARRA UCEDA: THE ANTICOMMUNIST FILMMAKER, CINEASTA ANTICOMUNISTA EXTRAORDINARIO.
LEÓNIDAS ZEGARRA UCEDA Y FERNANDO "HUANCHACO" GUTIÉRREZ

sábado, 30 de abril de 2011

PEDRO PABLO KUCZYNSKI (PPK), COMUNISMO SOVIÉTICO Y LEÓNIDAS ZEGARRA UCEDA.

Pedro Pablo Kuczynski, PPK
Candidato a la Presidencia de la República del Perú
Comando de Campaña Central
Av. de la Policia 643 entre cdra 8 y 9 Gregorio Escobedo - Jesús María
Lima - Perú
Teléfono: 202 4600
E-mail:
contacto@ppk.pe
Presente.-
Distinguido Señor Kuczynski, su valentía es admirable: defender las libertades empresariales en este país es digno de un héroe. Le expreso mi más completo apoyo a su muy destacada actividad política.

Le recuerdo a la luz de la historia que existen agrupaciones cuya única finalidad es el establecimiento de regímenes totalitarios escudadas tras los ideales más hermosos y tras la enunciación de los fines más altruistas. Jamás hay que dejarse confundir por afirmaciones extrañas expresadas por los miembros de esas tendencias políticas pues están calculadas para desmoralizar y confundir (técnica conocida en el comunismo soviético como "medidas activas"). Nuestro país, para defenderse, necesita armamento: siempre hay que considerar que en la provisión del mismo puede llevar a que alguna de las partes interesadas intente estimular la preferencia por la mercancía que tiene que ofrecer bajo una visión más política que militar.

Dejo a su consideración algunos textos que sirven para recordarnos que mantener un clima político adecuado a la libertad empresarial requiere una vigilancia permanente y una actividad política decidida.

Le renuevo mi admiración y lo felicito por su sobresaliente defensa de la iniciativa privada.

Saludos al inmensamente simpático y connotado PPKUY.


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"LA KGB HOY. UNA MANO OCULTA".
Autor: JOHN BARRON. Editorial San Martín S.L., Madrid, 1986, 502 páginas.
Páginas 263 - 268 (en relación a las "medidas activas"):
"La legitimación del doble rasero; la disposición de tantas personas a juzgar la Unión Soviética por un tipo de criterio, y a Norteamérica por otro; el volver las cosas boca abajo, todo ejemplifica el éxito de lo que la KGB denomina medidas activas. Por definición soviética, medidas activas son una diversidad de tácticas que incluyen la propaganda abierta y encubierta, las manifestaciones en masa, las asambleas internacionales controladas, la desinformación, las falsificaciones, el empleo de agentes de influencia y ocasionalmente, actos de sabotaje, terrorismo e incluso asesinatos, cometidos para conseguir el efecto psicológico. Cualquiera de estas tácticas puede ser invocada individualmente para un propósito limitado, como la difamación de un líder extranjero o de una figura antisoviética, como Aleksandr Solzhenitsyn. En campañas estratégicas o globales, todas o muchas de las formas de medidas activas se emplean en concertación para propagar un tema general que juega con los naturales temores y aspiraciones humanas.
Todas las medidas activas, por muy dirigidas o solapadas, están encaminadas a pervertir las percepciones de realidad. En la medida en que tienen éxito, causan una formulación de las actitudes populares y de las políticas públicas sobre la base de premisas engañosas y nada realistas. Fundamentados en ilusiones más que en realidades, el pensamiento y la conducta inducidos pueden asegurar beneficios para la Unión Soviética que no se obtienen por el debate racional, las negociaciones razonables o incluso por la fuerza. Como se demostrará, las medidas activas han persuadido a millones y millones de personas honorables, patriotas y sensatas que detestan el comunismo a hacer causa común, no obstante, con la Unión Soviética.
Las medidas activas soviéticas tienen frecuentemente éxito por varias razones. Con la posible excepción del Japón, las democracias industrializadas reconocen la amenaza que representa el robo de tecnología y de secretos militares y de estado por parte de la KGB, y han levantado defensas contra el espionaje soviético. Aunque esas defensas son a menudo franqueadas, las naciones occidentales por lo menos restringen sus pérdidas al combatir a los espías de la URSS.
Pero debido a que el concepto de medidas activas no se comprende popularmente en el Occidente y en el Tercer Mundo, pocas sociedades han preparado algún tipo de defensa institucional contra ellas. Aunque muchos especialistas occidentales en seguridad entienden las medidas activas, sus servicios no están, por lo general, organizados ni autorizados a hacer gran cosa respecto a las mismas. Esto es así aun cuando a través de las medidas activas se puede infligir mucho más daño, al debilitar y dividir a las sociedades libres, que el que consigue el espionaje ordinario. Además, las medidas activas actúan con dureza en las vulnerabilidades inherentes a las sociedades libres, cuyo funcionamiento depende del flujo sin restricciones de la información, la rigurosa competencia de ideas y la crítica sin trabas de funcionarios públicos y de la política. Mediante dichas medidas, la Unión Soviética se esfuerza por debilitar y confundir a otras sociedades rebajando la materialización de este esencial debate democrático con datos falseados. Por último, las medidas activas tienen éxito porque, para proseguirlas, la URSS ha desarrollado un inmenso aparato, singular en la historia moderna.
“La iniciativa de introducir propaganda como un instrumento regular de las relaciones internacionales hay que acreditarla al gobierno soviético”, observa el historiador E.H.Carrr. “La Rusia soviética fue el primer estado moderno en establecer, bajo la forma Internacional Comunista, una organización permanente de propaganda internacional en gran escala. Desde el final de la Edad Media, ninguna organización política había declarado ser la depositaria de la verdad universal o la misionera de un universal evangelio... Tan revolucionaria pareció esta innovación, que la Internacional Comunista pretendió al principio mostrarse como totalmente desconectada del poder del gobierno soviético”.
La Internacional Comunista, o Comintern, fue desde su iniciación en 1919 algo totalmente controlado, claro está, por los soviéticos. Al principio trató de fomentar la revolución en el exterior a través de embrionarios partidos comunistas extranjeros, que los soviéticos consideraban así de sencillo, como instrumentos para la expansión de su propio poder. Luego que la revolución mundial fracasara en su materialización, Lenin acalló, en 1921, los llamamientos a la rebelión abierta y, a la vez que buscaba el comercio y los créditos de Occidente, introdujo tácticas más refinadas.
En tanto el Comintern dirigía los partidos extranjeros y a las organizaciones de frente, que proliferaban y tenían lazos secretos con tales partidos, los órganos de la Seguridad del Estado man tenían una “oficina de desinformación” para suplementar la propaganda abierta y encubierta con engaños clandestinos. También situaron en Occidente agentes ocultos, que podían influir en la opinión y en la política del gobierno, y que ayudaban a confundir a los extranjeros montando visitas a la URSS. Vistos retrospectivamente, los resultados que consiguieron pueden clasificarse como brillantes.
En una época en que la policía política secreta estaba asesinando a centenares de miles de ciudadanos soviéticos, y cuando muchos otros eran conducidos a campos de concentración donde las pavorosas condiciones de los mismos aseguraban la muerte de la mayoría, famosos escritores, eruditos, periodistas y letrados occidentales aclamaban los logros soviéticos de “regeneración humana” y corrección social”. Aun cuando perecieron millones de personas a causa de un hambre deliberadamente provocada, el dramaturgo George Bernard Shaw alabó a Stalin por beneficiar al pueblo soviético con la abundancia. Occcidentales igualmente destacados aseguraron que Stalin no era un dictador, sino más bien un gran humanitario al que en realidad se confiaban menos poderes que los que gozaba el Presidente Franklin Delano Roosevelt. Mientras la policía política secreta aplastaba los huesos de los líderes revolucionarios y amenazaba con hacer lo mismo a sus hijos a menos que los líderes confesaran los más descabellados crímenes imaginarios, el deán de Canterbury proclamaba a la Unión Soviética como la nación más moral que había conocido. Cuando los torturados pronunciaban, como “zombies”, sus increíbles confensiones en los procesos “cara a la galería” de Moscú, el periodista norteamericano Walter Duranty escribía que seguramente debían de ser culpables, pues de otro modo el bueno de Stalin no les habría llevado ante un tribunal. Y el escritor francés André Malraux opinaba que, en cualquier caso, los procesos de propaganda no mancillaban en mayor medida la pureza del comunismo que las inquisiciones empañaron la esencia del cristianismo.
Muchos occidentales estaban emocionalmente dispuestos a ser engañados porque los soviéticos se presentaban a sí mismos, muy eficazmente, como el principal baluarte contra el nazismo. El anuncio de una alianza oficial entre la Unión Soviética y Alemania en 1939 despertó a muchos intelectuales europeos, pero muchos siguieron ciegamente fieles. Los partidos comunistas europeos y norteamericano, que habían figurado entre los más estridentes en sus advertencias contra el nazismo, hicieron una súbita inversión y comenzaron a oponerse al esfuerzo de guerra aliado contra los nazis. (Sólo cuando Alemania atacó a la URSS, en 1941, redescubrieron los partidos comunistas extranjeros los males del nazismo)
El aparato contemporáneo soviético de medidas activas es esencialmente una continuación del formado antes de la Segunda Guerra Mundial, y su metodología es fundamentalmente la misma. El Departamento Internacional del Partido Comunista de la Unión Soviética ha asumido el papel del difunto Comintern al explotar a los partidos comunistas extranjeros y dirigir las organizaciones internacionales de frente o fachada. La KGB se ha hecho cargo de las misiones tradicionalmente llevadas a cabo por la Seguridad del Estado, y las ha ampliado.
Hay, sin embargo, algunas diferencias. La oligarquía ha elegido adjudicar recursos aparentemente ilimitados - humanos, económicos, materiales - para las medidas activas. Cualquiera que sea lo que el aparato considera que necesita, lo obtiene, y la magnitud de los esfuerzos presentes empequeñece los del pasado. Los que hoy ponen en práctica las medidas activas están más preparados y son más astutos y refinados que sus predecesores. Muchos de los más imaginativos y mejor dotados oficiales de la KGB se hallan destinados en su Servicio A, que concibe y supervisa las medidas activas clandestinas, y el Servicio ha mejorado mucho la calidad de su personal, incluso aunque éste se ha duplicado en la pasada década.
Quizá la diferencia más significativa entre pasado y presente es que cualquiera que desee bucear en el interior del aparato de medidas activas puede hacerlo ahora. Porque en los últimos años, miembros importantes de ese aparato han huido a Occidente dotados de conocimientos enciclopédicos. Como consecuencia de estas pérdidas de la KGB, es posible delinear la interrelación entre el Politburó, la KGB y el Departamento Internacional para ver exactamente cómo los soviéticos de hoy se comportan para poner la realidad boca abajo.
La KGB participa en virtualmente todas las formas de medidas activas, y es principalmente responsable de las que los soviéticos temen que puedan ser asociadas públicamente con ellas, como en terrorismo. Las explosiones de bombas, los incendios y los asesinatos por parte de terroristas pueden reforzar las campañas de medidas activas al generar inquietud social y dar la impresión de que una sociedad pueda estar degenerando hacia el caos. Durante los últimos años de la Guerra del Vietnam, los terroristas de Weather Underground en los Estados Unidos perpetraron por lo menos cuarenta ataques con bombas, teniendo como objetivos edificios públicos, comisarías de policía, oficinas de empresas, bancos e incluso el propio Capitolio. Su intención primaria no era causar daños físicos, aunque en algunos casos fueran sustanciales. Trataban más bien de persuadir al público de que la implicación norteamericana en la guerra era tan maligna, que la juventud idealista se vería impelida, por ese ultraje moral, a la violencia".
Durante el proceso de los ex funcionarios superiores del FBI W. Mark Felt y Edward S. Miller, en noviembre de 1980, se hicieron públicas ante un tribunal federal pruebas hasta entonces secretas relativas a la verdadera naturaleza del Weather Underground. Los extensos datos, derivados de centenares de informes de inteligencia norteamericanos, demostraban concluyentemente que la KGB apoyaba, directamente y a través de terceros cubanos, a los terroristas norteamericanos en sus esfuerzos por socavar el esfuerzo de guerra. El apoyo incluía adiestramiento, ayuda financiera e instrucción sobre mantenimiento de comunicaciones clandestinas. Según un informe del FBI citado en el juicio, después de que tres terroristas perdieran la vida el 6 de marzo de 1970, cuando hacían experimentos con explosivos en una dependencia municipal en Nueva York, otro Weatherman "estaba en el Canadá recibiendo instrucciones de un asesor ruso sobre fabricación de bombas".
La KGB crea regularmente falsificaciones que la prensa y los agentes soviéticos citan luego como "prueba" de que los Estados Unidos son culpables de cualquier perfidia de la que en ese momento se les acuse. A veces con ayuda de sus colaboradores europeos orientales, la KGB ha preparado y difundido más de 150 falsificaciones de correspondencia y documentos oficiales norteamericanos.
El Servicio A del Primer Directorio Principal se especializa en utilizar documentos robados para hacer falsificaciones. Aún así, las dificultades de reproducir cada detalle del formato, clasificación, terminología y normas - que frecuentemente cambian - son tales, que la KGB no ha logrado todavía hacer un documento que no se pueda demostrar que es falso. Más para cuando se preparan las necesarias pruebas en contra, el daño no puede ser a veces contrarrestado.
En los últimos años de la vida del presidente egipcio Anuar al-Sadat, la KGB le inundó de falsificaciones difamatorias. Algunas buscaban ensuciar su imagen y aislarle en el mundo árabe; otras pretendían demostrar que los Estados Unidos le despreciaban en secreto y conspiraban para derrocarle o asesinarle. Entre las primeras, una pretendía ser la transcripción de un discurso pronunciado por el subsecretario del Tesoro norteamericano, Edwin Yeo, en el Club Económico de Detroit. Las observaciones imputadas a Yeo suponían generalmente un insulto a los egipcios, presentaban a El Cairo como un agujero internal y a la economía de egipto como un barullo insalvable, decían de Sadat que era un incompetente desahuciado, y sugerían que Yeo favorecía la intervención de los Estados Unidos para reemplazarle. La publicación del falso discurso en diciembre de 1976 por una revista egipcia, que recibió una copia anónimamente enviada por correo con la etiqueta del Servicio de Información nortemaricano, causó tal preocupación que el gobierno egipcio pidió oficialmente explicaciones a los Estados Unidos".
Páginas 273 - 275 (en relación a las "medidas activas"):
"Como indica el uso de falsificaciones y alegatos sin fundamento sobre la muerte de Moro, los propagandistas soviéticos y la KGB no se ven cohibidos o preocupados por la verdad, en el sentido occidental del término, en cuanto a su conducción de las medidas activas. Según definición leninista, la "verdad" es cualquier cosa que parezca en el momento con probabilidad de impulsar los intereses de la URSS. De ahí que los soviéticos no vean nada inmoral respecto de propagar la "desinformación", que generalmente es una amalgama de hechos, distorsiones y ficción, pero que a veces es un embuste deliberado.
La KGB difunde la desinformación a través de periodistas, académicos y científicos soviéticos, tanto dentro como fuera de la URSS, y colocando artículos en la prensa extranjera. La mayoría de los quinientos - en números redondos - periodistas soviéticos que trabajan en el exterior del país son oficiales regulares de información y, entre los minoritarios que no lo son, muy pocos pueden rechazar fácilmente misiones ad hoc encargadas por la KGB. Con independencia de qué publicación u organización informativa dicen representar, los periodistas soviéticos son, sin excepción, empleados de dedicación completa al estado: pagados por él, controlados por él y autorizados a salir al extranjero sólo por voluntad de dicho estado. Sin embargo, pretenden ser periodistas tan independientes como lo puedan ser los representantes de la Associated Press, Reuters, France-Presse o cualquier otra organización privada de información de reconocido prestigio. Como Stanislav Levchenko, pertenecen a clubs de prensa, tienen acceso a colegas exranjeros y buenas relaciones con políticos y legisladores, y explotan estos privilegios sutilmente para transmitir desinformación oralmente. Ellos, y los oficiales de la KGB con otros "disfraces", sobornan también o reclutan a periodistas extranjeros para publicar, o provocar la publicación de desinformación en la prensa de otros países.
En la más sutil y hábil forma de medidas activas, la KGB emplea agentes de influencia para difundir desinformación así como moldear la opinión y la política por otros medios. Un típico agente de influencia, descubierto en 1979, fue Pierre-Charles Pathé, periodista francés de linaje aristocrático. Un oficial de la KGB destinado a las oficinas de la UNESCO en París reclutó a Pathé en 1960 como fuente de información, pero la policía política soviética lo convirtió gradualmente en un agente cuya misión primaria consistía en influir en la actitud pública y en las acciones gubernamentales más que en proporcionar información. Los rusos vieron tal potencial en Pathé, que permitieron que el oficial que le había reclutado permaneciera en París dirigiéndole hasta 1967, cuando otro oficial de la residencia en la capital francesa se hizo cargo del control del periodista galo.
En el curso de los años, la KGB le proporcionaba regularmente datos que, bajo orientación soviética, él transformaba en artículos o los pasaba a otros periodistas como si fueran producto de su propia investigación o pensamiento. Entre 1960 y 1979, Pathé hizo que se publicaran, con su nombre o el de otros, más de cien artículos sobre Hispanoamérica, China, la OTAN, la CIA y otros temas de importancia para la Unión Soviética. Con el apoyo financiero de la KGB, redactaba un boletín de noticias leído por dirigentes del gobierno, la política y la industria. Además, tenía buenas relaciones personales con varias importantes publicaciones francesas, así como con numerosos periodistas. En la letra impresa y por la conversación, Pathé hacía circular hábilmente las ideas y opiniones que la KGB deseaba implantar, haciéndolas a veces más persuasivas porque las acompañaba con críticas moderadas de la URSS.
Los franceses lo arrestaron y sentenciaron a Pathé en 1979, condenándole a una pena de cinco años de prisión. (Fue indultado en 1981, según parece a causa de su edad).
La KGB participa además en las medidas activas ayudando al Departamento Internacional del Partido en el mantenimiento de una red interconectada de organizaciones frontales o "Clubs de Inocentes", como los llamó el comunista alemán Willi Münzenberg en la década de 1930. Aunque todos estos frentes son controlados o manipulados desde Moscú, a nivel popular no se les ve como los instrumentos subversivos que en realidad son. Sin embargo, constituyen en la década actual lo que el mentor de Andropov, Otto Kuusinen, propuso hace más de medio siglo; "Todo un sistema solar de organizaciones y comités más pequeños alrededor del Partido Comunista". Entre los frentes más importantes figuran el Consejo Mundial de Paz, el Comité de Solidaridad Popular Afro-Asiática y el Instituto para los Estados Unidos y el Canadá.
El Consejo Mundial de Paz surgió en París en 1950 para fomentar la propaganda "Prohibir la Bomba" en una época en que los soviéticos no habían conseguido armarse con ingenios nucleares. Expulsado de Francia por Subversión en 1951, el Consejo buscó refugio en Praga en 1954, cuando se trasladó a su aparente sede en Viena. Los austriacos le expulsaron a su vez en 1957, por actividades subversivas, pero retuvo su avanzadilla europea dejando atrás, en Viena, una rama titulada Instituto Internacional para la Paz. En 1968, el Consejo estableció una sede en Helsinki para orquestar la campaña de propaganda global encaminada a forzar la retirada de fuerzas norteamericanas del Vietnam.
[Los orígenes del Consejo Mundial de Paz fueron así: en 1948, los soviéticos patrocinaron el "Congreso Mundial de Intelectuales por la Paz" en Polonia. De esta reunión surgió el "Primer Congreso Mundial de Paz", que en 1949 estableció el "Comité Mundial de Partisanos de Paz", en París. Esa organización tomó el nuevo nombre de Consejo Mundial de Paz en 1950]".
Páginas 278 - 280 (en relación a las "medidas activas"):
La KGB ayuda asimismo al Departamento Internacional a sostener a los partidos comunistas extranjeros. Muchos de los partidos sobreviven únicamente mediante subsidios secretos soviéticos, a menudo entregados por la policía política. Como se ha hecho notar anteriormente, los soviéticos introducen regularmente de contrabando unos dos millones de dólares anuales para el partido comunista norteamericano. De manera similar, servicios locales de seguridad han detectado y, en ocasiones, fotografiado a oficiales de la KGB entregando dinero en efectivo a funcionarios del partido comunista en el Ecuador, Venezuela, Méjico y el Brasil. Por espacio de cierto tiempo, la KGB canalizó fondos al partido comunista alemán occidental mediante reuniones clandestinas en Copenhague. En la década de 1970, oficiales de dicha policía secreta se reunían frecuentemente con comunistas filipinos en hoteles de lujo japoneses y les facilitaban grandes sumas en metálico ocultas en dobles fondos de maletas.
La Unión Soviética gasta millones en los partidos extranjeros porque, aun desprestigiados y pequeños numéricamente, todavía contribuyen significativamente a las medidas activas. Se puede contar con sus miembros para repartir octavillas y hacer pintadas en las ciudades proclamando temas soviéticos, que posteriormente dan origen a respetables controversias. Los miembros elegidos para los parlamentos democráticos pueden conseguir insertar esos mismos temas en los reportajes de la prensa no comunista haciéndose eco de ellos en debates oficiales. Los partidos constituyen una dispuesta reserva de manifestantes obedientes que pueden echarse a la calle simultáneamente en diferentes ciudades y naciones para alimentar una ilusión de extendida preocupación popular espontáneamente expresada. Y proporcionan el infatigable cuadro de planificadores organizados y agitadores que ayudan a montar manifestaciones masivas que atraen a los no comunistas.
El vasto aparato soviético de medidas activas - los órganos de propaganda descubierta, los partidos comunistas extranjeros, los frentes internacionales, las residencias de la KGB en todo el mundo, las fábricas de falsificaciones y desinformación en el Centro, los agentes de influencia - está tan bien coordinado y disciplinado, que puede responder rápida y flexiblemente a las órdenes. Cuando la KGB o el Departamento Internacional presiente la oportunidad, se somete un detallado plan de operaciones al Politburó. Una vez que éste lo apruba, todos, desde Andropov para abajo ponen manos a la obra. Los temas básicos y los subtemas de la campaña se propagan entonces mediante argumentos tendenciosos y eslóganes simplistas repetidos masiva y atronadoramente, como algunos cantos primitivos, para ahogar el debate razonado y la disensión.".
YO, JEFE DEL SERVICIO SECRETO MILITAR SOVIÉTICO.
AUTOR: Gualterio G. Krivitsky. General, Jefe del Servicio Secreto Militar Soviético en Europa Occidental.
Editorial NOS, Guadalara, 1945. 322 páginas.

Páginas 128-133:

"La conferencia de la Lubianka encargó también a la policía secreta de los Soviets de las operaciones del Komintern en España. Se decidió "coordinar" las actividades del Partido Comunista español con las de la O.G.P.U.
Otra decisión de esta conferencia fué que la O.G.P.U. vigilase secretamente el movimiento de voluntarios para España de todos los demás países. En todo Comité Central de los partidos comunistas del mundo entero hay un miembro a quien se ha dado una comisión secreta de la O.G.P.U., y por su mediación habría de llevarse a cabo esta vigilancia.
En muchos países, incluyendo la Gran Bretaña, el alistamiento para luchar por la República española parecía una noble cruzada internacional para salvar la democracia e impedir la destrucción del socialismo. Jóvenes del mundo entero se presentaron voluntarios, creyendo luchar por estos ideales en España. Pero la España republicana que luchaba contra Franco no estaba unida en modo alguno en cuanto a su política ni en cuanto a sus credos políticos. Estaba compuesta de diversas facciones: demócratas, anarquistas, sindicalistas y socialistas. Los comunistas formaban una pequeña minoría. El éxito de Stalin al apoderarse del control y utilizar a España como arma con la cual fijar las relaciones de Francia e Inglaterra con el Gobierno soviético dependía de que supiese deshacer la poderosa oposición anticomunista en el campo republicano. Era necesario, por tanto, controlar el movimiento de estos voluntarios extranjeros para impedir que se uniesen con elementos opuestos a la política y a las ambiciones de Stalin.
La importante cuestión de organizar las expediciones de armamentos a España quedó resuelta en la conferencia de la Lubianka con la decisión de atender a ello simultáneamente desde Rusia y desde el Extranjero. La parte del Extranjero me fué asignada a mí.
La fase doméstica de la empresa quedó bajo la dirección del propio Jagoda. Presentaba dificultades mayores aún que las mías, porque era absolutamente necesario que no apareciese señal alguna de participación oficial del Gobierno en ese tráfico.
Jagoda llamó al capitán Ulansky, de la O.G.P.U. y le encargó que organizase un "sindicato particular" de traficantes en municiones. El Capitán Ulansky era un hombre excepcionalmente diestro en la labor del servicio secreto. Había sido encargado previamente de la delicada tarea de escoltar a Laval y a Anthony Eden durante sus visitas respectivas a la Unión Soviética.
-Encontrarás en Odesa a tres españoles a quienes se les han estado enfriando los talones durante algún tiempo esperándome - dijo Jagoda al capitán Ulansky-. Vinieron a comprarnos armas extraoficialmente. Hay que crear una empresa privada que se entienda con ellos.
Como quiera que en la Rusia soviética nadie puede comprar tan siquiera un revólver del Gobierno, y el Gobierno es el único fabricante de armas, la idea de una sociedad particular que comerciase en municiones en suelo soviético sería, para todo ciudadano soviético, totalmente absurda. Pero esta farsa era indispensable para el consumo extranjero. En claras palabras, la tarea del capitán Ulansky era la de organizar una pandilla de contrabandistas de armas, y hacerlo así tan hábilmente que los espías de los Gobiernos extranjeros no pudiesen descubrir rastro alguno.
-Si tienes éxito - le dijo Jagoda-, vuelve con un ojal en tu solapa para la condecoración de la Orden de la Bandera Roja.
El capitán Ulansky tenía instrucciones de que todos los pagos fuesen estrictamente al contado, y se le informó que los españoles proporcionarían sus propios barcos para transportar las municiones tan pronto como éstas se entregasen al "sindicato privado" por el arsenal del Ejército Rojo. Salió para Odesa provisto de mandatos del Gobierno que ponían a sus órdenes a todas las autoridades de la ciudad, desde el jefe local de la policía secreta al presidente del Soviet regional.
El general Uritsky representó al Departamento IV del Ejército Rojo en la conferencia de la Lubianka. Era una función de su Departamento la de atender al aspecto militar de la empresa, determinar las cantidades y calidades del equipo que habían de surtir los arsenales, fijar el número de peritos militares, pilotos, oficiales de artillería y de tanques que había que enviar a España. En asuntos militares, estos individuos continuaban a las órdenes del Estado Mayor del Ejército Rojo; en todo lo demás estaban a las órdenes de la policía secreta.
Se había inaugurado la intervención de Stalin en España. Yo entré en acción como si estuviese en el frente. De hecho estaba asignado a una labor verdaderamente bélica. Convoqué a un agente importante de Londres, a otro de Estocolmo, a un tercero de Suiza, y combiné reunirnos todos en París para una conferencia con el agente especial que Moscú me había enviado. Este agente, Zimin, era perito en municiones y miembro de la sección militar de la O.G.P.U.
Nos reunimos todos en París, con perfecto sigilo, en 21 de septiembre. Zimin trajo instrucciones explícitas de que no debíamos permitir en manera alguna la menor posibilidad de que el Gobierno soviético apareciese asociado a nuestro tráfico de armas. Todos los cargamentos debían manejarse "particularmente", por medio de casas comerciales creadas para tal propósito.
Nuestro primer problema, por tanto, era crear una nueva cadena europea de casas comerciales con apariencia de independientes, como adición a nuestros puestos avanzados "mercantiles", con el objeto de importar y exportar material de guerra. Esto era nuevo para nosotros; pero es una profesión antigua en Europa.
El éxito dependía de la elección de los hombres idóneos. Nosotros los teníamos a nuestra disposición. Gran número de ellos pertenecían a sociedades aliadas a los diversos centros del Partido Comunista en el extranjero, tales como los "Amigos de la Unión Soviética", las varias "Ligas a favor de la Paz y la Democracia". Tanto la O.G.P.U. como el Servicio de Espionaje del Ejército Rojo miraban a ciertos miembros de estas sociedades como reservas bélicas auxiliares civiles del sistema defensivo soviético. Podíamos, pues, elegir entre hombres repetidamente probados en labores clandestinas en pro de la Unión Soviética. Unos cuantos, por supuesto, eran agiotistas o mercenarios, pero muchos de ellos eran comunistas sinceros.
Muchos era discretos, dignos de confianza, con los contactos adecuados y capaces de desempeñar un papel sin traicionarse. Nosotros suministrábamos el capital. Nosotros amueblábamos las oficinas. Nosotros garantizábamos los beneficios. No era difícil encontrar los hombres que se deseaban.
En el plazo de diez días poseíamos una cadena de casas de importación y exportación, completamente nuevas, establecidas en París, Londres, Copenhague, Amderstan, Zurich, Varsovia, Praga, Bruselas y algunas otras ciudades europeas. En cada empresa, un agente de la O.G.P.U. era socio silencioso. Él proporcionaba los fondos y controlaba todas las transacciones. En caso de error, lo pagaba con su vida.
Mientras esas casas indagaban por los mercados de Europa y América buscando abastecimientos de guerra disponibles, el problema del transporte exigía urgentemente mi atención. Barcos de carga adecuados podían obtenerse en Escandinavia a un precio conveniente, La dificultad estaba en conseguir licencias para tales expediciones a España. Al principio contábamos nosotros con consignarlas a Francia y reembarcarlas después para los puertos españoles. Pero era un retraso grande.
No había si no otro camino que conseguir papeles consulares de los Gobiernos de ultramar certificando que las armas estaban compradas con objeto de ser importadas en sus países respectivos. De ciertos consulados latino-americanos pude yo obtener un número ilimitado de certificados. Ocasionalmente, lográbamos obtenerlos de países del oriente de Europa y de Asia.
Con tales certificados podíamos obtener el resto de los papeles y los barcos se dirigían, no al sur de América o a China, sino a los puertos de la España republicana.
Hicimos importantes compras en los talleres Skoda, en Checoslovaquia; compramos de varias empresas francesas y de otras en Polonia y Holanda. Es tal la naturaleza del comercio de municiones, que pudimos incluso adquirir armas en la Alemania nazi. Yo envié un agente que representaba a una casa nuestra en Holanda a Hamburgo, en donde habíamos averiguado que ciertas cantidades de fusiles algo anticuados y de ametralladoras estaban a la venta. El director de la casa alemana no estaba interesado más que en el precio, en las referencias bancarias y en los documentos legales de la consignación".

¡Cuánta gracia irradia el PPKUY con su lindo polito de color altamente espiritual!. ¡Acompañémoslo este 14 de Mayo en la Plaza San Martín a las 4:00 p.m.!. Todos los animalitos del bosque también están invitados.

PEDRO PABLO KUCZYNSKI, GENIAL PROFESIONAL Y POLÍTICO PERUANO, EXCELENTE CANDIDATO A LA PRESIDENCIA DE LA REPÚBLICA DEL PERÚ, SABE SONREÍR PORQUE MANTIENE LA PUREZA DEL ALMA Y GUARDA EN LO MÁS ÍNTIMO DE SU CORAZÓN LOS IDEALES MÁS PUROS. CON SU SOBRESALIENTE PRESENCIA EN EL QUEHACER POLÍTICO NACIONAL, ASEGURA LA ESTABILIDAD ECONÓMICA Y DEMOCRÁTICA DE NUESTRO AMADO PAÍS. ¡PPK PRESIDENTE!.

COMO UNO DE LOS CINEASTAS PERUANOS MÁS APUESTOS DE MI GENERACIÓN, YO (LEÓNIDAS ZEGARRA UCEDA) APOYO LA INICIATIVA PRIVADA Y LA ESTABILIDAD ECONÓMICA Y DEMOCRÁTICA DE NUESTRO QUERIDO PAÍS.

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