LEÓNIDAS ZEGARRA UCEDA: THE ANTICOMMUNIST FILMMAKER, CINEASTA ANTICOMUNISTA EXTRAORDINARIO.

LEÓNIDAS ZEGARRA UCEDA: THE ANTICOMMUNIST FILMMAKER, CINEASTA ANTICOMUNISTA EXTRAORDINARIO.
LEÓNIDAS ZEGARRA UCEDA Y FERNANDO "HUANCHACO" GUTIÉRREZ

viernes, 22 de mayo de 2015

DON LEÓNIDAS ZEGARRA UCEDA, ISAAC LEÓN FRÍAS, "DE NUEVO A LA VIDA" Y "HABLEMOS DE CINE" No 65, AÑO IX, 1973: PÁGINAS 4, 5, 6.

¡MUCHAS GRACIAS "HABLEMOS DE CINE" No 65 GRAN REVISTA PROCOMUNISTA! ¡MUCHAS GRACIAS ISAAC LEÓN FRÍAS: GRAN CRÍTICO MARXISTA QUE ANALIZA ACORDE A ESA IDEOLOGÍA QUE AFIRMA QUE EXISTE UN "CONFLICTO DE CLASES"! ¡POR SUERTE PARA EL PAÍS EL GOBIERNO REVOLUCIONARIO DE LA FUERZA ARMADA YA FUE DERROCADO! ¡MI  CINE CAPITALISTA ES HECHO POR UN MERCADER INTELIGENTE PARA CONSUMIDORES OPTIMISTAS Y CIUDADANOS SATISFECHOS RESPETUOSOS DE LA LEY, EL ORDEN Y LA AUTORREGULACIÓN DEL MERCADO! ¡VUESTRO TOTALITARIO "SOCIALISMO HUMANISTA" QUE NO DEJA TRABAJAR SE FUE POR EL RETRETE!

"Hablemos de Cine" No 65, 1973. Portada.

"Hablemos de Cine" No 65, 1973. Índice. Página 3.

"Hablemos de Cine" No 65, 1973. 
"Cine Nacional". Página 4. Isaac León Frías.

"Hablemos de Cine" No 65, 1973. 
"Cine Nacional". Página 5. Isaac León Frías. 
"De Nuevo A La Vida" de Don Leónidas Zegarra Uceda.

"Hablemos de Cine" No 65, 1973. 
"Cine Nacional". Página 6. Isaac León Frías. 
"De Nuevo A La Vida" de Don Leónidas Zegarra Uceda.

"haBLemOs de CINE           No 65        Año IX         1973
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REVISTA DE INFORMACIÓN Y CRÍTICA CINEMATOGRÁFICA
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SUMARIO
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Director: 

ISAAC LEÓN FRÍAS

Colaboran en este número:

FEDERICO DE CÁRDENAS
DESIDERIO BLANCO
ANDRÉS CAICEDO
RICARDO GONZÁLEZ VIGIL
RICARDO BEDOYA
ALBERTO VALERO
A. PONCE DE LEÓN
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Páginas 4, 5, 6:

"CINE NACIONAL
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La obra realizada
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  Durante un año la atención de los minúsculos grupos interesados por hacer cine en el Perú se centró en la Ley de Fomento de la Industria Cinematográfica, promulgada en Marzo del año pasado, cuyo reglamento recién vio la luz en Marzo de este año. Durante ese año de espera de la dación del reglamento, sin el cual la ley no era operativa en la mayor parte de sus términos, la actividad fílmica no aumentó en relación con los años anteriores ni se alteró mayormente el apático panorama que siempre ha rodeado la precaria existencia de las tareas fílmicas en nuestro país. Hasta la fecha, el noticiero (?) "Sucesos peruanos" sigue apareciendo con las mismas características que tuvo antes de la promulgación de la ley, lo mismo que los otros representantes de esa sub-especie fílmica que de noticiero tiene muy poco o nada. No se ha incrementado la producción de películas nacionales, de corto o largometraje, pese a que diversas versiones y rumores insisten en el equipamiento de algunas empresas y los planes de producción de gran alcance que éstas y otras pretenden emprender. Lo cierto es que, desde aquel cuadro del cine nacional que planteáramos en el número 58, hace ya dos largos años, sólo tres películas han sido filmadas con posteridad. En los primeros meses del año pasado, Robles Godoy rodó su cuarto largo, Espejismo, una coproducción de Amaru Films y Pro-Cine, y en meses pasados, con la financiación de la empresa Promoinvestt, Oscar Kantor filmó su tercer largo en el Perú, Estación de amor, esta vez sin las limitaciones de sus trabajos anteriores. A su vez El abigeo, de Manuel Chambi o ha sido concluido aún. De las seis películas en rodaje anotadas en el artículo citado, cuatro han sido estrenadas. Ese mismo año, 1971, se estrenó Natacha, dirigida por Tito Davison que, por cierto, no tuvo el éxito de su modelo televisivo, pero pudo situarse, de todos modos, en el sétimo lugar de la lista de películas de mayor recaudación de ese año.
El año 1972 se estrenaron Cholo de Bernardo Batievski, y Dos Caminos de Salvador Akoskin, y en lo que va de este año se ha estrenado De nuevo a la vida, el film de Leonidas Zegarra. En cualquier momento se puede producir el estreno de Los nuevos y Allkapalka (también mencionados en esa nota) así como de Espejismo y Estación de amor. De ser así, ciertamente que 1973 sería el año más pródigo en estrenos de películas en mucho tiempo, pero hay que tener en cuenta de que casi todas ellas han tomado un mínimo de tres años largos en su preparación y que en estos momentos no existe ningún largometraje en perspectiva inmediata de filmación.
  En cuanto a las películas estrenadas en los dos últimos años, poco podemos decir en los límites de un artículo como éste. Sin más, representan la supervivencia de unos modos de concebir el cine que, tememos seriamente, se prolonguen al amparo de los recientes dispositivos legales. Natacha es perfectamente asimilable al grueso de la producción mexicana melodramática de serie, con los mismos patrones sensibleros de siempre, con la misma ideología absolutamente venal y, lo que no es curioso, sin la habilidad y el oficio manipulador de los sentimientos del público del que en otros tiempos hizo gala Tito Davison. Para confirmarlo, véase su última realización conocida en Lima, María, adaptación de la obra de Jorge Isaacs que por tanto tiempo estuvo incluida en los programas oficiales de literatura escolar como una de las obras más representativas y valiosas de las letras hispanoamericanas. Ejemplo de cine sub-telenovelesco que ha perpetrado otras monstruosidades en los casos de Simplemente María y Nino, producciones argentinas ambas, y que nos hacen temer sobre la posibilidad de que la serie continúe con la filmación de otros éxitos televisivos e la envergadura de la mexicana Los hermanos coraje y la venezolana Esmeralda, el caso de Natacha más bien debería servir para plantear, conjuntamente con sus congéneres, un estudio de los patrones genéricos que orientan estos materiales y sus efectos sobre la sensibilidad de un público latinoamericano, habituado por muchos años a la asimilación de las formas más bastardas, y aún desgastadas, del melodrama popular.

Dos caminos es sólo un eslabón, y tal vez de los últimos, si por lo menos se espera que se eleve el nivel de oficio de los film nacionales, de ese sub-cine que con La muerte llega al segundo show, Tres vidas, Interpol llamando a Lima y los Montoneros sólo puede provocar las reacciones más extremas de irritación o, lo que es más saludable, de hilaridad. Cholo, por su parte, no tiene posible semejanza con nada, lo que no significa que se asome en Batievski el menor don de originalidad: en todo caso, la originalidad de Batievsi se limita a transponer los muros de la inexpresividad de las actuaciones de los films de Bresson (y perdonen algunos esta herejía), a utilizar ochenta y tantos congelados, anulando todo resquicio de posible acción fílmica y a realizar una de las películas más inutilmente soporíferas que hayamos visto nunca. Y, lo que es peor, todo ello dentro de una "buena conciencia" burguesa reflejada de la forma más prístina posible, que nos debe llevar a analizar las formas ideológicas que inconscientemente asumen muchos representantes de la burguesía dominante en nuestro país.
De nuevo a la vida, por su parte, sería la película de la "mala conciencia" por excelencia, si no fuera tan ingenua, insustancial y "catártica". Si para Batievski no hay conflicto de clases en el Perú (inconciencia ideológica planteada con una convicción realmente conmovedora), Zegarra formula su visión del conflicto de clases en una forma ideológica reconfortante y tranquilizadora: el panfletarismo miserabilista y melodramático más desaforado y, a la larga, más mixtificador y conformista. Y todo ello dentro de la misma impotencia creadora que Zegarra por exceso y Batievski por defecto elevan a un grado pleonástico.
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Los alcances de la ley
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  La crítica que formuláramos a la ley de cine en el número 63, y algún otro artículo periodístico, lograron que la comisión encargada de elaborar el reglamento correspondiente asesorada por Robles Godoy, llamara a un sector de lo que podemos llamar los "independientes" del cine peruano. No como han querido insinuar algunos oportunistas, independientes del proceso de cambio que vive el país. Independientes de la Asociación de Productores Cinematográficos, es decir, de los grupos que denunciábamos en nuestro artículo del número 63 y que, representados por Robles Godoy, se hallaban presentes en la comisión. Y así fue que, con el mayor deseo de colaboración, un grupo en el que participaron activamente Orlando Aguilar, Oscar Kantor, Manuel Chambi, Mario Acha, Desiderio Blanco, Pablo Guevara, César Linares, Nelson García y el autor de este artículo, entre otros, elaboró prácticamente un reglamento íntegro. En otras palabras, hizo mucho más que lo pedido por la comisión. Entre las sugerencias hechas, se incluían una serie de medidas destinadas a promover el desarrollo del cortometraje en los sectores más amplios posibles, mediante créditos y premios, cuyas fuentes de financiación también se proponían, y mediante formas de recuperación decididamente equitativas. Se incluían así mismo, diversas propuestas que tendían a evitar los riesgos de la concentración de la actividad a cargo de las empresas económicas más sólidas, y a insistir en la necesidad de estimular la producción en las áreas de la economía no privada. En suma, se buscó encauzar el reglamento de la ley dentro de los márgenes que precisamente el gobierno está alentando en diversos sectores de la economía nacional. Pero ocurrió que el reglamento fue promulgado, rubricando los términos privatistas de la ley, y sin tomar en consideración las sugerencias hechas, que, sin atentar en nada contra lo dispuesto por la ley, le daban a la aplicación de ésta una formulación acorde con los dispositivos económicos generales del gobierno. Todos los temores, pues, expresados en nuestro artículo del número 63 se ven confirmados una vez más. Sólo queda ahora esperar que el criterio de los miembros de la comisión de promoción cinematográfica, cuyas atribuciones son realmente importantes, pueda por lo menos atenuar los riesgos de una legislación que, lamentablemente, no está inspirada en los postulados socialistas y libertarios, y su consecuente formalización económica, que progresivamente se van clarificando en la marcha del actual gobierno.
  No es que nos opongamos a una implementación de la infraestructura necesaria para la construcción de una industria fílmica nacional, como alguien ha insinuado maliciosamente. Nos oponemos sí, a que esa implementación se lleva a acabo por los canales exclusivamente capitalistas, con todas las consecuencias que eso trae consigo en una actividad que supone inversiones cuantiosas: tendencia a la concentración en grandes productoras, marginación de los pequeños productores, inclinación al cine más rentable... En definitiva, claramente lo contrario a lo formulado por las consideraciones iniciales del reglamento en lo que ser refiere a las normas generales. El capítulo I dice expresamente: "Para los efectos del momento de la cinematografía nacional se tendrá en cuenta que la cinematografía, además de ser una industria, es un medio de expresión de gran importancia para el logro de nuestros objetivos socioeconómicos, y capaz de comunicar a una gran audiencia nacional e internacional nuestra realidad y nuestra cultura. Por lo tanto, el desarrollo de la industria cinematográfica en el país, debe tender a que la expresión cinematográfica sea un derecho inherente a todas las personas y no una posibilidad limitada a determinados sectores".
  En realidad, no es posible concebir de qué manera se puede realizar lo enunciado en este principio fundamental del reglamento, siendo así que todos los incentivos y ventajas favorecen a las empresas que cuentan con un volumen económico, real o potencial, si no enorme, por lo menos muy significativo. Y en definitiva, la producción cinematográfica queda librada al régimen de juego que caracteriza a las industrias capitalistas que cuentan con sólidos fondos propios o avales crediticios seguros. Porque lo difícil no es formar una empresa, cosa que puede hacerse con muy poco dinero. La dificultad está en conseguir el dinero para poder realizarse una película incluso de cortometraje.
   Dentro, pues, de las condiciones de la legislación promulgada (ley y reglamento) no nos explicamos cómo el cine se puede inscribir en "el logro de nuestros objetivos socioeconómicos" y en la comunicación de "nuestra realidad y nuestra cultura" si es que todo se deja librado a la primacía de los intereses económicos y a un juego de oferta y demanda que si no se controla (otra vez la importancia de la comisión), puede hacer de nuestro cine un subproducto del cine mexicano y argentino dominantes. Y, menos aún, nos explicamos que la expresión cinematográfica no sea "una posibilida limitada a determinados sectores", cuando, obviamente, sólo determinados sectores van a tener acceso a la producción.
   Todo lo anterior, no obstante, no debe llevarnos a una posición que fomente la inactividad. Todo lo contrario. Hay que aprovechar las ventajas ofrecidas por la legislación para intentar hacer un cine peruano acorde con el momento histórico que el país vive, y no dejarnos arrastrar por el escepticismo de una ley nada revolucionaria, como reconoce Hugo Neyra, cuando en el número 2 de la revista Participación (órgano de SINAMOS) dice en su artículo "El poder de informar", concluyendo un breve análisis de la situación  de la producción cinematográfica en el país: "La ley de cinematografía parece reforzar esta tendencia al cine de lucro y competición comercial". Juicio emitido antes de la promulgación del reglamento que no ha hecho más que eliminar toda posible duda que podía existir en torno a los términos de la ley. Pero, insistimos, la lucha no está perdida y el revés inicial, lejos de ser un motivo de desánimo, debe fomentar una actitud positiva y activa. Dentro de los márgenes que la ley ofrece, o fuera de ellos, hay que batallar para que el cine peruano comunique "nuestra realidad y nuestra cultura" y no sea "una posibilidad limitada a determinados sectores". Sólo así serviremos a la construcción del socialismo humanista en el que muchos estamos empeñados.
I. L. F.

   P.D. En momentos en que la revista está a punto de salir, se encuentran en filmación o a punto de estrenarse una serie de cortometrajes".

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